Genoveva Gálvez (harpsichord) Clavecinistas ibérico del siglo XVIII

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Genoveva Gálvez, clave Goble (hapsichord by Goble)
Released in 1971 (not mentioned in the documentation) by Hispavox HHS 10-398
See the builder Goble at
Grabación realilada en la Iglesia Parroquial de El Escorial (S. XVI-Juan de Herrera)
Beaiacion realiizada con proceso Dolby
(Supresión del ruido de fondo)
Cover: Concierto Museo del Prado (Madrid) Fotografla: Oranol

Thanks to Daniël, who let me browse the famous Daniël Beuman harpsichord collection. I have not found a single entry or picture of this recording at the internet as if it was vanished already although the compositions and performances are fantastic.

Cara 1
00:00 JOSE GALLES Sonata en do menor 4’23”
MANUEl BLASCO DE NEBRA Sonata n.o 4 en sol menor 7’13”
04:21 Adagio
08:39 Allegro molto
11:32 FELIPE RODRIGEZ Rondó ‘Jn si bemol mayor 2’12”
13:50 JOAQUIN OXÍNAGAS Fuga en sol menor 2’28”
16:20 MANUEl DE SOSTOA Allegro en re mayor 2’10”
18:32 FREIXANET Sonata en la mayor 3’35”

Cara 2
22:12 MATEO ALBENIZ Sonata en re mayor 3’01”
25:18 ANTONIO SOLER Sonata en do sostenido menor 6’10”
31:28 RAFAEL ‘ANGLES Aria en re menor 2’30”
34:02 CARLÓS SEIXAS Toccata en re menor1’32”
35:37 JUAN MORENO Y POLO Minuetto en fa mayor 4’27” * 38:45 too badly damanged to fix this fragment unfortunately.
40:06 JOSE LARRAÑAGA Sonata en re menor 4’19”

En España, el Padre Antonio Soler supone el paso del «estilo galante» al estil.o que llamaríamos «sensitivo» (Empfindsame Zeit).
tancias y la limitación del español , su papel serra entre nosotros similar al de C. Ph. E. Bach, el hijo del gran Juan Sebastián, en Aleman ia, que fue, como Soler también, tratadista insigne.
Junto a la personalidad de Soler, a finales de la centuria, hay una floración grande ce compositores de tecla, que suponen, unos, el establecimiento definitivo de esta nueva evolución del gusto, a la manera europea, que, posiblemente, encontró su cauce en España a través dI! los monjes de la Escuela de Montserrat; otros, más tradicionales, siguen aferrados al viejo estilo galante de escribir para clave, sin llegar, aún siendo posteriores, a lo avanzado de un Soler. Lo que aquí interesa, es insistir en que la pretendida unificación estilística de todo el siglo XVIII español como sinónimo de gracia, levedad, sutileza, etc ., no es tal. Estas características existen, sr, pero son sólo una faceta, y no la más evohJcionada, de la manera de hacer música entonces. El panorama general es menos cerrado al movimiento de la música en el exterior, de lo que se piensa. De un lado, está Martínez Oxinagas, a comienzos del siglo, organista de la Capilla Real, que, en su estilo, es continuador ce Cabanilles, el compositor para tecla más importante de nuestro Barroco en el siglo XVII. En Oxinagas, aún hay mucho de aquella sólida construcción del Barroco, con su rigidez rítmica caractedstica, en donde todas las voces van haciendo el trabajo t~mático por igual . Pero, la evolución al Rococó, al estilo galante, es inmediata; el tejido armónico se aligera, ya es una voz la que habrá de dominar, a la cual se acorna y enriquece con ornamentos. Ya, en este bien construido «Minuetto», con su Trío, sacado de una Sonatina de Juan Moreno y Polo (mitad del siglo XVIII), cuyo tiempo inicial carece de interés, no dudamos en ornamentar a la eúropea; nos inclina a ello, el observar que, por. su escritura, este autor conoda perfectamente las reglas en uso de los tratadistas europeos tales como Leopoldo Mozart, el padre del gran salzburgués.
Tampoco Larrañaga, vasco, nacico en la primera mitad del siglo, es ajeno a la influencia de la ornamentación italiana. Esta sonata, que conserva la impronta más scarlattiana, abunda en «acciacaturas», ornamentos que el P. Donostia (al que reconocemos el mérito de publicar algunas de estas músicas), no entendió bien, y creyó defecto de escritura. (Como, por otro lado le ocurrió a Longo, al publicar las Sonatas de Scarlatti, suprimiendo literalmente dichos ornamentos.)
Lo que siempre fue factor esencial dentro de la música española ce todos los tiempos, el recibir la inspiración de la savia popular, baste recordar a los vihuelistas y a Antonio de Cabezón, colocando como pilares constructivos de su música en forma de «cantus firmus» los cantos populares de la época, es, también, denominador común en la que nos ocupa. El· español, raramente hace música de manera abstracta, como el alemán; como buen meridional es t)’lás sensual, y, como. tal, tiene que verse y sentirse en sus más genuinas esencias a través de la música que compone. El pueblo español ha bailado siempre, y la música culta de nuestro País, no es más que el reflejo del alma hispana . Aún cuando una danza tenga un carácter cortesano, como es el caso en el «Rondó» de Felipe Rodríguez, siempre veremos a través de ella la chispa de gracia popular que la diferenciará de (os meros formulismos en composiciones similares de otros países.

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